Empresas de GNL afirman que no pueden cumplir con las regulaciones de Trump sobre buques chinos

Impacto de las Nuevas Regulaciones en la Industria del Gas Natural Licuado en Estados Unidos

La industria del gas natural licuado (GNL) en Estados Unidos se enfrenta a un escenario complejo tras la implementación de nuevas regulaciones que buscan promover el uso de buques de transporte estadounidenses. Esta medida, impulsada por la administración Trump, tiene como objetivo presionar a China respecto a sus prácticas comerciales, al mismo tiempo que se fomenta la construcción naval local. Sin embargo, estas reglas han suscitado inquietudes significativas entre los exportadores estadounidenses, quienes advierten sobre el potencial impacto negativo en un sector que genera anualmente 34 mil millones de dólares.

El núcleo del problema radica en la imposición de tarifas a los buques de construcción china que operen en puertos estadounidenses. A pesar de que la administración ha concedido un periodo de tres años para la adaptación y un plazo de 22 años para la transición hacia buques de bandera y construcción estadounidense, la realidad es que actualmente no existen embarcaciones construidas en el país capaces de transportar GNL, y las capacidades de los astilleros estadounidenses están lejos de satisfacer la demanda.

La Asociación Americana del Petróleo (API) ha expresado su preocupación de que estas regulaciones podrían comprometer la posición de Estados Unidos como líder en el mercado global de GNL. La nación ya superó a Australia en 2023, convirtiéndose en el mayor exportador del mundo, y tiene planes ambiciosos para duplicar sus exportaciones de GNL para finales de la década. Sin embargo, las nuevas tarifas no solo amenazan la competitividad de la industria, sino que también podrían desestabilizar contratos a largo plazo y aumentar los costos para los compradores internacionales.

El impacto de estas regulaciones se extiende más allá del sector del GNL. Otros exportadores, incluidos agricultores, han comenzado a expresar su preocupación, advirtiendo que el aumento de los costos de transporte podría afectar la cadena de suministro de manera más amplia. Bajo las nuevas reglas, los propietarios y operadores de buques de carga de construcción china enfrentarán tarifas que comenzarán en 50 dólares por tonelada neta y aumentarán con el tiempo, mientras que las empresas de otros países que operen buques de construcción china enfrentarán tarifas reducidas.

La situación se vuelve más delicada al considerar que la industria del petróleo y gas, que significó un apoyo significativo para la campaña electoral de Trump, ha logrado hasta ahora negociar concesiones, como la exclusión de tarifas para importaciones de petróleo y gas. Esto plantea interrogantes sobre cómo futuras administraciones podrían utilizar instrumentos comerciales similares para presionar a la industria.

El dilema radica en encontrar un equilibrio entre la protección de los intereses estadounidenses y el mantenimiento de la competitividad en un mercado global cada vez más interconectado. La industria del GNL, vital para la estrategia de "dominancia energética" de EE. UU., podría ver comprometida su capacidad para liderar en el ámbito internacional si las regulaciones no se ajustan de manera que consideren las realidades del mercado y la infraestructura existente.

El futuro del GNL estadounidense se encuentra en una encrucijada, donde las decisiones que se tomen en los próximos años no solo influirán en la economía nacional, sino que también determinarán su papel en el escenario energético mundial. La colaboración entre el sector privado y el gobierno será crucial para desarrollar políticas que no solo protejan los intereses locales, sino que también fortalezcan la posición de Estados Unidos en el mercado global del gas natural.

Alejandro